Tengo una idea
Quien no ha dicho tengo una idea alguna vez.
Es indudable que todos tenemos ideas y me atrevería a decir que muchas
cada día en función de nuestro interés, capacidad imaginativa y sobre todo
de la capacidad de observación sobre nuestro entorno.
También es habitual que
después de pensarlo y valorar sus puntos más relevantes, pensemos que
podríamos convertirlo en una empresa. A esto le llamamos una oportunidad y
su significado nos anima a seguir dándole vueltas.
Las ideas, en general, no son buenas ni
malas y podremos empezar a ponerles un adjetivo a partir del momento de su
ejecución y puesta en marcha en el mundo real.
Es entonces cuando descubrimos nuestra
primera tarea. ¿Por dónde empezamos? El valor de nuestra idea radica en su
adecuación al mercado y su capacidad de resolver las necesidades de alguien y esto,
en la mayoría de las ocasiones, no puede traducirse en una idea sin más, sino
en la adaptación de la misma al entorno en el que queremos ponerla en práctica.
En la mayoría de los casos tenemos unas habilidades innatas o adquiridas que
han "encendido" la llama de nuestra idea. Hasta aquí sabemos el
problema que podemos solucionar y la necesidad que resolveremos, pero nos hará falta un recorrido más o menos
largo y complejo, para llegar a convertir nuestro esfuerzo en satisfacción del
consumidor y finalmente en dinero.
Deberemos conocer bien el mercado desde
el punto de vista de quien comprará. Estudiar que nos va a faltar para llegar a
él y para hacerlo crear un modelo de negocio que, con un coste asumible, nos
permita obtener el rendimiento esperado. Contra lo que pueda parecer los modelos
de negocio para el proyecto pueden ser diversos, todos ellos innovadores, pero
ahora deberemos tener en cuenta nuestras fuerzas y argumentos para llevarlo a
cabo.
También valorar las razones de porque
ahora es el momento de hacerlo y sobre todo definir el producto o servicio de
forma que no tengamos que ser nosotros quien lo vende sino el cliente
quien desee comprarlo.
En este momento es cuando estaremos en
el punto de convertirnos en empresa. Esto lleva su tiempo, ni mucho ni poco,
pero lo que hemos de procurar es encontrar la forma de llegar de la idea a la primera factura en el mínimo tiempo posible
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