Antes de presentar nuestro proyecto a inversores
A menudo conversamos con emprendedores y
nos plantean la necesidad de buscar un inversor para su proyecto. Se dan cuenta
de que con la inversión que plantearon al inicio no pueden salir al mercado o
que están acabando los recursos y no pueden dedicar más recursos sino es a
riesgo de tener que abandonar.
En este punto está definida la idea y es
muy clara la necesidad. Aseguran que disponen de un nuevo producto o servicio,
lo han enseñado a conocidos que dominan el sector y les han animado a que lo
lancen al mercado. En este momento les interesa que les presentes inversores.
Disponen de un plan de negocio que es
básicamente una definición más o menos detallada del producto o servicio y
alguien les hace las veces de mentor. Ante este escenario que se repite en muchas
ocasiones es necesario centrarnos para evitar que se quemen en vano gran número
de energías, dinero y finalmente tiempo, que a la postre es el recurso más caro
que maneja el emprendedor, aunque en muchos casos no se dé cuenta de ello.
Llegados aquí vamos a plantear cinco
reflexiones que creemos importantes antes ir a inversión y nos gustaría
compartirlas:
Debemos tener un equipo. Es habitual tener una idea y empezar a desarrollarla de forma individual,
hasta tenerla más o menos madura. Aunque puede parecer lógico, no es el mejor
camino para emprender. Nos cuesta confiar en los demás por miedo a que nos
puedan "robar" la idea. Pero la realidad es que uno de los puntos más
importantes y difíciles de conseguir al iniciar un proyecto es disponer de un
equipo multidisciplinar y compensado. Ésta es la primera realidad que valorará
un inversor.
Debemos tener una propuesta de valor muy bien definida. Una cuestión que parece sencilla y en realidad no lo es
tanto es tener una idea clara de la propuesta de valor. Habitualmente nos
extendemos en explicaciones sobre el producto, pero no en las diferencias del
mismo con los demás, que al final serán la razón por la que nos comprarán a
nosotros y no a los otros
Debemos disponer de un cliente. Habitualmente nos da confianza pensar que nuestro público objetivo es muy
amplio. Pensamos que como más amplio sea, más facilidad habrá para consolidar
venta. Esto no es necesariamente así. Nuestro producto vale en el mercado en
función de que realmente tenga una utilidad determinada para un perfil
determinado y los mercados muy amplios a menudo tienen un foco de interés
difuso.
Debemos tener un plan de negocio bien
desarrollado. Que tenga factibilidad y viabilidad y
que ambos sean justificables. En este sentido deberemos tener, a ser posible, métricas
que nos permitan defender cada una de las aseveraciones del proyecto. El
inversor sabe que algunas de ellas no se cumplirán, pero debe ver que realmente
está construido y no planteado.
Y finalmente debemos tener claro
que perfil de inversor nos interesa, puesto que no todos los inversores son adecuados para todos los
proyectos. Hemos de buscar un perfil de unas características determinadas que
le permitan sentirse interesado por el mismo. En general podríamos hablar de
inversores sectoriales o territoriales, pero en cada caso se ha de estudiar muy
bien a quien se le plantea, así como el discurso que se utiliza en cada uno de
los casos. No nos vale una presentación para la inversión. Lo adecuado será una
para cada caso, sabiendo el perfil y los intereses del inversor.
Buscar un inversor a partir de una idea es un arduo trabajo, que no quiere
decir que sea imposible, pero que si que es complejo y en muchos casos más
lento de lo que el propio emprendedor se plantea. Por ello y siempre que sea
posible será importante disponer de una primera factura o en su lugar un
interés explícito de compra por parte de alguien que justifique la solidez de
la propuesta.
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